Entre Tentaciones, Miedos y Fe

Entre Tentaciones, Miedos y Fe

(Tomado de un diario secreto 07/feb/2018)

¿Por qué siento que no puedo levantarme? En este momento, me veo como Eva, con un fruto prohibido frente a mí. Lo tomo, cedo a la tentación y peco por desobediencia. Pero, ¿acaso no todos los pecados son una forma de desobediencia? Me duele fallarle a Dios. Me arrepiento, lloro, me levanto y trato de restaurar mi comunión con Él, pero cuando apenas estoy volviendo a caminar en Su presencia, aparece otro fruto, una nueva prueba… y caigo otra vez. Es un círculo vicioso del que no logro salir. Sé que tengo la capacidad para hacerlo, pero tal vez no he tomado la decisión con la firmeza necesaria. Sin embargo, este es mi momento. No quiero seguir girando en este ciclo interminable. Quiero vivir una vida en santidad, una vida que realmente agrade a Dios.

Una de las trampas que más me han atrapado es el entretenimiento vacío. No quiero especificar demasiado, porque no deseo despertar curiosidad en otros y que terminen enredados como yo, pero han sido ciertas películas, programas o incluso libros. Hoy lo entiendo mejor: el problema no es solo lo que consumo, sino lo que permito que influya en mi mente y en mi corazón.

Además, me he dado cuenta de que últimamente estoy prestando demasiada atención a la belleza exterior y descuidando la interior. Y cuando el interior se descuida, el exterior pierde su brillo. La verdadera belleza nace de dentro, y cuando nos preocupamos por nutrir el alma, eso se refleja en todo nuestro ser.

Otro tema que me ha inquietado últimamente es el de los chicos. Antes no le daba tanta importancia, pero últimamente ha ocupado más espacio en mi mente de lo que debería. Y sé que es absurdo. Los hombres son valiosos, forman parte del propósito de Dios en la sociedad y en la vida de las mujeres, pero no deben convertirse en el centro de nuestro mundo ni de nuestros pensamientos. No es justo llenarme de preocupaciones innecesarias y luego culparlos a ellos por ello. El hombre adecuado llegará en el momento correcto, en el tiempo de Dios, y cuando eso pase, lo sabré. Pero por ahora, este no es el tema en el que debo enfocarme.

Hay algo más que debo confesar. Siempre he deseado mejorar mi relación con Dios, pero no había hecho lo suficiente al respecto. Y al reflexionar, me doy cuenta de que en el fondo tenía la esperanza de que un chico me ayudara en ese camino. Pero no es así como debe ser. No puedo depender de nadie para restaurar mi relación con Dios. La decisión es mía. Dios está aquí, ahora, listo para ayudarme. No puedo seguir fantaseando con la idea de que algún día aparecerá alguien que me fortalezca espiritualmente. Si algún día Dios me une a un esposo, será para cumplir Su propósito, bajo Su voluntad y en Su santo nombre, no para llenar vacíos que solo Él puede llenar.

El cambio debe comenzar ahora. No mañana, no cuando llegue alguien, no cuando me sienta más lista. Ahora. Porque Dios ya me está llamando, y esta es mi oportunidad para responderle.


Comentarios