Señor, Hazme Fiel a Ti

Señor, Hazme Fiel a Ti

(Tomado de un diario secreto 19/feb/2018)

Señor, purifica todo mi ser, transforma mi corazón, hazme santa y obediente a tu voluntad. Me duele fallarte, me duele saber que, aun conociendo tu amor y misericordia, a veces tropiezo y me alejo de lo que es correcto. No quiero seguir cayendo en los mismos errores, no quiero entristecerte con mis acciones ni decepcionarte con mi debilidad. Dame fuerzas, Señor, para resistir cualquier cosa que pueda dañar mi relación contigo. Ayúdame a mantenerme firme, a no ceder ante aquello que me aparta de tu camino, a renunciar sin miedo a lo que no me edifica y a escoger siempre lo que te agrada.

Ahora entiendo con mayor claridad las palabras de Jesús en Mateo 5:29-30

Por tanto, si tu ojo derecho te es ocasión de caer, sácalo, y échalo de ti; pues mejor te es que se pierda uno de tus miembros, y no que todo tu cuerpo sea echado al infierno. Y si tu mano derecha te es ocasión de caer, córtala, y échala de ti; pues mejor te es que se pierda uno de tus miembros, y no que todo tu cuerpo sea echado al infierno.

No se trata simplemente de desprenderse de una parte del cuerpo, sino de alejarse de todo aquello que nos hace tropezar, de cortar de raíz cualquier cosa que nos conduzca al pecado. Hay cosas, personas y situaciones que pueden ser una piedra de tropiezo en mi vida, y debo aprender a identificarlas y alejarlas sin titubeos. A veces es necesario renunciar, apartarnos o incluso huir, como hizo José en Génesis 39:11-12, cuando prefirió perder su túnica antes que ceder a la tentación.

aconteció que entró él un día en casa para hacer su oficio, y no había nadie de los de casa allí. Y ella lo asió por su ropa, diciendo: Duerme conmigo. Entonces él dejó su ropa en las manos de ella, y huyó y salió.

Su reacción no fue de duda ni de vacilación, sino de una determinación absoluta por honrarte. Señor, enséñame a actuar con la misma firmeza, a no negociar con el pecado, a no jugar con aquello que me aleja de Ti.

Cada día que pasa, cada paso que doy, me doy cuenta de cuánto te necesito. En cada pensamiento, en cada decisión, en cada palabra que sale de mi boca, descubro que sin Ti no soy nada. A veces me esfuerzo por hacer lo correcto, pero mi propia debilidad me frustra. Es ahí cuando entiendo que no puedo hacerlo sola, que necesito que seas mi guía, mi fortaleza, mi refugio. Señor, sosténme con tu mano, dirige mis pasos y no permitas que mi corazón se endurezca ni que me aparte de tu presencia.

Quiero amarte con todo mi ser, con toda mi mente, con todas mis fuerzas. No quiero que mi amor por Ti sea inconstante ni condicionado por mis emociones o circunstancias. Enséñame a vivir cada día con el propósito de agradarte, a buscarte no solo cuando tengo necesidad, sino en todo momento, en todo lugar, en cada respiración. Que mi vida entera sea una ofrenda para Ti, Señor.



Comentarios