Alabar de madrugada
Alabar de madrugada
Cuando era niña, en una época en la que me sentía profundamente enamorada de Dios, decidí competir con los animales.
Había aprendido que ellos se despiertan temprano y que los cantos y sonidos que hacen en la mañana son para alabar a su Creador. Así que decidí levantarme antes que ellos y alabar a Dios primero. Fue una experiencia hermosa y placentera. Cantaba en la madrugada, en silencio y con el corazón, para no despertar a nadie. Solo Dios y yo, en una especie de concierto privado. Aún recuerdo la satisfacción que esos momentos traían a mi vida y el profundo anhelo que sentía por que llegara el día siguiente. No sé cuánto tiempo lo hice ni cuándo dejé de hacerlo. Al crecer, los afanes de la vida comenzaron a dejarme cansada y perdí el ánimo para continuar.
Realmente me gustaría retomarlo, pero ahora no por competencia, sino solo por amor y deseo.
Quiero enamorarme más y más de ti, Señor, un poco más cada día.
En la mañana...
Me encontré con Dios en la mañana,
Cuando el día empezaba a despuntar,
Su presencia fue como un sol naciente
Y en mi pecho alumbro gloriosa paz.
Todo el día sentí su compañía,
Todo el día a mi lado siempre fue,
Y mi barca cruzo tranquilamente
Entre el oleaje de agitado mar.
Por eso creo que el secreto tengo aprendido en el diario
batallar:
Si a Dios queremos tener todo el día,
En la mañana lo hemos de buscar.
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