El verdadero amor no se deja ir...
El verdadero amor no se deja ir...
(Tomado de un diario secreto 17/12/2017)
No creo mucho en la idea de que se debe dejar ir a quien amas. Considero que si de verdad amas a alguien, haces todo lo posible para luchar por esa persona, para que puedan estar juntos, pase lo que pase. Sin embargo, también entiendo que el amor no se trata solo de tus propios sentimientos; es un camino compartido. Si, a pesar de todos tus esfuerzos y de haber demostrado de manera genuina cuánto amas a esa persona, ella decide que no desea estar contigo, entonces creo que lo más sabio y amoroso es dejarla ir. No porque no la ames, sino porque el amor verdadero no puede ser forzado ni unilateral. Si alguien no te corresponde o no te ama de la misma manera, mantenerla contigo sería ignorar la esencia misma del amor, que es dar libertad y respeto.
Pienso que cuando dos personas se aman de verdad, ese amor tiene una fuerza que trasciende las circunstancias. No importa cuán difíciles o complicados sean los desafíos que enfrenten; cuando el amor es genuino, ambos encuentran la forma de permanecer juntos. Se convierten en un equipo, conscientes de que su unión les da la fuerza necesaria para superar cualquier obstáculo. Creo firmemente que el amor auténtico es así: lucha por permanecer al lado de la persona amada, no por terquedad, sino porque existe una convicción mutua de que juntos pueden construir algo más grande que sus diferencias o problemas.
Esto lo creo no solo desde una perspectiva romántica, sino porque así he experimentado el amor de Dios hacia mí. A pesar de mis fallas, mi rebeldía, mi desobediencia e incluso mis momentos más oscuros, Él no se ha dado por vencido conmigo. Dios me ha mostrado su amor de maneras que trascienden mi entendimiento. Aunque yo muchas veces no sigo su camino de santidad, Él me recuerda constantemente que su perdón y su gracia están a mi alcance. La mayor prueba de su amor fue enviar a su hijo Jesucristo para salvarme, para tenderme un puente hacia Él, para que nunca olvide que su deseo más grande es que yo esté cerca de Él. Eso es amor verdadero: persistente, inquebrantable, incondicional.
Sin embargo, creo que es importante aclarar algo que mencioné al principio. El amor verdadero no debe confundirse con obsesión. Hay una línea muy clara que los separa. La obsesión está cargada de inseguridad, de un miedo constante a perder al otro, y muchas veces puede volverse algo sofocante o dañino. En cambio, el amor verdadero es todo lo contrario: es paz, seguridad, paciencia, perdón, aceptación y apoyo. El amor verdadero no controla ni teme; confía y busca el bien del otro, incluso si eso significa soltar cuando es necesario.
En resumen, el amor es una fuerza poderosa que lucha y construye, pero también respeta y libera. Amar de verdad no es aferrarse a toda costa, sino dar lo mejor de uno mismo, siempre con humildad, generosidad y la certeza de que el amor, cuando es auténtico, trae consigo plenitud y paz.

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