Dios prueba nuestros corazones y nuestro carácter.
Dios prueba nuestros corazones y nuestro carácter.(tomado de un diario secreto 10/Ago/2017)
Escuche esta historia una vez y quiero compartirla:
“Una joven llegó a una tienda con el propósito de comprar un pastel para celebrar un cumpleaños. Estaba algo cansada y distraída después de un largo día, y su mente divagaba mientras realizaba la compra. Al momento de pagar, sin darse cuenta, entregó $10.000 de más. La cajera, quien estaba atenta y notó el error, la detuvo antes de que saliera de la tienda y le devolvió el dinero extra. La joven, sorprendida por la honestidad de la cajera, agradeció profundamente no solo a ella, sino también a Dios, reconociendo que Él había intervenido en ese momento. Sabía que cada peso contaba y que necesitaba ese dinero para cubrir otros gastos.
Después de su compra, salió de la tienda y decidió tomar un mototaxi (un medio de transporte bastante común en su ciudad) para regresar a casa. El trayecto era corto, y la tarifa era de solo $1.500. Al llegar a su destino, sacó un billete de $2.000 y se lo entregó al conductor, esperando el cambio correspondiente. Sin embargo, ya era de noche, y la oscuridad dificultaba ver con claridad. El conductor, sin darse cuenta, le devolvió $800 en lugar de $500, confundiendo una moneda de $500 con una de $200. La joven se percató de la confusión casi de inmediato. A pesar de que el monto no era grande, sintió la necesidad de hacer lo correcto. Llamó al conductor antes de que se marchara y le devolvió los $300 adicionales que él le había dado por error. El hombre, agradecido por su gesto de honestidad, la miró con una sonrisa y se fue, dejándola con una sensación de paz y satisfacción.
Horas más tarde, ya en casa y reflexionando sobre su día, la joven recordó estos dos momentos. En el primero, Dios había cuidado de ella, evitando que perdiera dinero cuando más lo necesitaba. Y en el segundo, se dio cuenta de que había sido puesta a prueba, y que a través de su honestidad, había superado esa prueba. Mientras meditaba sobre la importancia de actuar siempre con integridad, elevó una oración silenciosa. Le pidió a Dios que continuara guiándola, ayudándola a tomar las decisiones correctas y a ser siempre fiel a lo que Él esperaba de ella, incluso en los detalles más pequeños de la vida cotidiana.”
Escuche esta historia una vez y quiero compartirla:
“Una joven llegó a una tienda con el propósito de comprar un pastel para celebrar un cumpleaños. Estaba algo cansada y distraída después de un largo día, y su mente divagaba mientras realizaba la compra. Al momento de pagar, sin darse cuenta, entregó $10.000 de más. La cajera, quien estaba atenta y notó el error, la detuvo antes de que saliera de la tienda y le devolvió el dinero extra. La joven, sorprendida por la honestidad de la cajera, agradeció profundamente no solo a ella, sino también a Dios, reconociendo que Él había intervenido en ese momento. Sabía que cada peso contaba y que necesitaba ese dinero para cubrir otros gastos.
Después de su compra, salió de la tienda y decidió tomar un mototaxi (un medio de transporte bastante común en su ciudad) para regresar a casa. El trayecto era corto, y la tarifa era de solo $1.500. Al llegar a su destino, sacó un billete de $2.000 y se lo entregó al conductor, esperando el cambio correspondiente. Sin embargo, ya era de noche, y la oscuridad dificultaba ver con claridad. El conductor, sin darse cuenta, le devolvió $800 en lugar de $500, confundiendo una moneda de $500 con una de $200. La joven se percató de la confusión casi de inmediato. A pesar de que el monto no era grande, sintió la necesidad de hacer lo correcto. Llamó al conductor antes de que se marchara y le devolvió los $300 adicionales que él le había dado por error. El hombre, agradecido por su gesto de honestidad, la miró con una sonrisa y se fue, dejándola con una sensación de paz y satisfacción.
Horas más tarde, ya en casa y reflexionando sobre su día, la joven recordó estos dos momentos. En el primero, Dios había cuidado de ella, evitando que perdiera dinero cuando más lo necesitaba. Y en el segundo, se dio cuenta de que había sido puesta a prueba, y que a través de su honestidad, había superado esa prueba. Mientras meditaba sobre la importancia de actuar siempre con integridad, elevó una oración silenciosa. Le pidió a Dios que continuara guiándola, ayudándola a tomar las decisiones correctas y a ser siempre fiel a lo que Él esperaba de ella, incluso en los detalles más pequeños de la vida cotidiana.”
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