En vida...

En vida...

Cuando aún estaba en la escuela secundaria, fui con mi hermano a una biblioteca pública de mi ciudad. Escogimos un libro y lo llevamos a casa en préstamo. Era un libro infantil; no recuerdo su nombre, pero sí recuerdo la trama porque me gustó su enseñanza.

La historia se centraba en un niño y su perro, que era la mascota de toda la familia. Sin embargo, el perro pasaba más tiempo con el niño, tal vez porque era el más pequeño y jugaban juntos. Todos los días, el niño le decía a su mascota "te quiero" y se lo demostraba constantemente. Aunque el resto de la familia también quería al perro, no lo expresaban de la misma manera. Después de un tiempo, el perro murió. Todos estaban muy tristes, lloraban y gritaban, pero el niño estaba más calmado. Aunque sentía la pérdida de su mascota, no se sentía tan deprimido porque sabía que le había dicho y demostrado cuánto lo quería mientras estaba vivo.

Es una muy linda reflexión para la vida.

Mi hermano, que entonces tenía 11 años, comenzó a aplicar esta enseñanza. Todos los días, a veces más de una vez al día, nos decía a mí, a mi mamá y a mi papá que nos quería, y en algunas ocasiones nos abrazaba. Me sorprendió que lo hiciera, y cuando le pregunté, me respondió que no sabía cuándo podríamos morir, así que quería aprovechar para decirnos que nos quería mientras estuviéramos juntos. Recordé enseguida el libro y decidí seguir su ejemplo.

'Nunca sabes cuándo se irá una persona de tu vida y te arrepentirás de no haberle dicho siquiera una vez que la querías.'

Con el tiempo, nuestros padres siguieron nuestro ejemplo. No es que nunca nos hubieran dicho que nos querían o que no nos demostraran su amor, siempre lo hicieron, pero ahora es más frecuente escucharlos decirlo.

Conocí a una familia que era un poco fría entre ellos. Supongo que se querían, pero no sabían cómo demostrarlo y les avergonzaba decirlo. El hijo menor, con tan solo 22 años, tuvo un accidente y lamentablemente falleció. Estuve en su funeral y fue muy triste ver a sus hermanos y a su padre arrepentidos de no haberle dicho cuánto lo querían, llorando sin cesar. Creo que después de eso, dejaron toda vergüenza atrás y se hicieron más unidos.

Algunas veces aprendemos lecciones de manera dolorosa, y en muchas ocasiones es por nuestro propio orgullo.

(tomado de un diario secreto, 04/10/2016)


en vida...te quiero



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